🦑 El Fuego de Hércules y la Furia de Gerión
En los confines de la tierra, donde el mar se encontraba con la noche eterna, el poderoso Hércules, fatigado de sus doce trabajos, decidió tomar un respiro. No quería matar monstruos ni robar ganados; solo quería tranquilidad y unos buenos calamares frescos para la cena.
Eligió la costa de Brigantium (la actual A Coruña), un lugar tranquilo y rocoso.
La Cuestión de los Calamares
Hércules había descubierto que, si encendía una gran hoguera en lo alto de los acantilados, la luz atraía a los calamares y a los peces pequeños hacia la orilla. Así, cada noche, el héroe apilaba leña y encendía una inmensa fogata que servía de rudimentario «faro de pesca». El brillo era poderoso, casi un sol artificial sobre el Finisterre.
Pero esta tierra estaba gobernada por el colérico gigante Gerión, un rey tirano de tres cabezas y tres cuerpos. Gerión no era el gigante que se dedicaba a oprimir a la gente (como en la leyenda original), sino uno que valoraba ante todo el silencio y la oscuridad de la noche.
La Guerra del Fuego
A Gerión le molestaba profundamente la luz. Para él, el faro improvisado de Hércules era un insulto cósmico.
- Primer Aviso: Gerión envió un sirviente con un mensaje. «Dile a ese forastero que apague su estúpido fuego. Me molesta para dormir y espanta a los búhos.» Hércules, ocupado preparando su salsa de tinta, se encogió de hombros y avivó las llamas.
- Segundo Enfrentamiento: A la noche siguiente, Gerión apareció él mismo. Con uno de sus brazos gigantes, arrojó agua de mar a la fogata, apagándola con un silbido de vapor.»¡Deja de encender ese fuego, extranjero! Es molesto y lo apagaré cuantas veces lo prendas,» rugió Gerión con sus tres bocas.
- La Respuesta de Hércules: Hércules se hartó de ver cómo su banquete de calamares se estropeaba. A la tercera noche, no solo encendió la hoguera, sino que la hizo tres veces más grande. Cuando Gerión se acercó, Hércules le lanzó un tizón encendido. El gigante, furioso, se abalanzó sobre él.
El Nacimiento del Faro
La batalla fue terrible. No se luchó por la tiranía o el ganado, sino por el derecho a la luz en la noche.
Hércules finalmente venció al gigante de tres cuerpos. Para asegurarse de que Gerión jamás pudiera volver a apagar su fuego, el héroe decidió hacer algo drástico.
En el lugar exacto donde había estado encendiendo su fogata para pescar, Hércules excavó la tierra y enterró la cabeza de Gerión como un cimiento macabro.
Sobre ese cimiento indestructible, y para que su fuego nunca más se apagara, Hércules construyó una inmensa torre de piedra. En lo alto, instaló un farol que ardía día y noche, guiando a los marineros y sirviendo como una luz eterna para sus futuras y legendarias expediciones de pesca.
Así se dice que se construyó la Torre de Hércules, un monumento no solo a su victoria, sino a la eterna necesidad de un buen pescador de tener luz para sus calamares.
