Esta es la historia de Las Dos Orillas del Mero, una fábula sobre el esfuerzo paralelo, el silencio y la ironía de la falta de comunicación.
El Gran Silencio del Miedo
Hace muchos años, una crecida histórica del río Mero destruyó todos los puentes que conectaban ambas márgenes. Con el tiempo, el aislamiento alimentó la desconfianza. Los de la Orilla Norte (Culleredo) empezaron a creer que los de la Orilla Sur (Cambre) eran gigantes hostiles, y viceversa.
Ambas poblaciones decidieron que la única forma de prosperar sin depender de sus vecinos era mirando hacia el mar, hacia la ría, ignorando por completo lo que ocurría al otro lado del espeso bosque de ribera.
El Sueño del Progreso Solitario
Sin hablarse, y movidos por la misma necesidad de comerciar con el mundo exterior, ambos pueblos trazaron el mismo plan: construir el puerto más grande jamás visto en Galicia.
- En la Orilla Norte: Durante veinte años, trabajaron día y noche. Vaciaron canteras, tallaron bloques de granito monumentales y crearon un muelle que parecía una ciudad flotante. Lo llamaron el «Puerto del Orgullo».
- En la Orilla Sur: Hicieron exactamente lo mismo. Sus ingenieros diseñaron grúas de madera reforzada y almacenes capaces de guardar el grano de toda una década. Lo llamaron el «Muelle de la Esperanza».
El Encuentro Inevitable
La niebla del Mero era tan densa que ocultaba las obras. Los martillazos de una orilla se confundían con el eco de los de la otra. Pero un verano de sequía extrema, el nivel del río bajó tanto que la vegetación se retiró y la bruma se disipó por completo.
Un lunes por la mañana, los alcaldes de ambas orillas salieron a sus respectivos malecones para la inauguración. Al mirar al frente, se quedaron petrificados.
La Gran Ironía
No vieron una orilla enemiga o salvaje. Vieron un espejo de piedra. Apenas a unos cientos de metros de distancia, se erguía una infraestructura idéntica a la suya.
- El problema: Ambos puertos eran tan grandes que habían estrechado el cauce del río hasta dejarlo casi impracticable.
- El desperdicio: Habían gastado el doble de oro, el doble de sudor y el doble de tiempo.
- La realidad: Si hubieran gritado una sola palabra a través del agua veinte años atrás, habrían construido un único puerto central, uniendo fuerzas y dejando espacio para que los barcos maniobraran con facilidad.
La Lección del Mero
Hoy en día, se dice que si paseas por el paseo fluvial, aún se ven los restos de aquellos dos muelles que nunca llegaron a recibir un barco grande, pues entre los dos no dejaron espacio para que el progreso pudiera navegar.
«El muro más alto no es el que se construye con piedra, sino el que se levanta con el silencio.»
